Castillo y Santuario de Cullera

El castillo que Jaume I no pudo conquistar

¿Sabías que el Castillo de Cullera consiguió sobrevivir a los ataques de Jaume I durante la reconquista? En la antesala de la caída de Valencia, el monarca tuvo que renunciar a tomar Cullera. Un contratiempo dio al traste con su estrategia militar. Las piedras de sus catapultas no alcanzaban el Castillo, en cuyo recinto de protección se hacinaba la población sarracena con su ganado. Frustrado, el rey levantó el asedio y se retiró con sus tropas.

Este acontecimiento se hizo tan popular que incluso se creó una leyenda a su alrededor. La gente decía que las tropas no encontraron piedras útiles para realizar el ataque porque fuerzas sobrenaturales las escondieron. Además, algunos hablaban de que el Castillo estaba protegido por las alas extendidas de un ángel.

El ataque frustrado de Jaime I iniciaba así el relato de un mito de la fortaleza que ha perdurado hasta nuestros días.

El Castillo de Cullera y la antigua judería, el conocido popularmente como Barri del Pou, son una de las joyas más preciadas del patrimonio valenciano. La fortaleza y los restos de las murallas son un conjunto de arquitectura militar musulmana que se ha restaurado recientemente. Es el punto ideal para coronar una visita que aporta una visión privilegiada de nuestra historia y del contraste paisajístico de las comarcas litorales.

Declarado Bien de Interés Cultural, el Castillo es una construcción de época califal (siglo X). El rey Jaume I entró en él en 1239 cuando le fue entregado de forma pacífica tras tomar posesión del «cap i casal». Como Alcázar real fue residencia de todos los monarcas aragoneses en sus visitas a Cullera. En la capilla Gótica Alberga el Museo Arqueológico. En su patio de armas, en verano se puede disfrutar de espectáculos nocturnos.

Para alcanzarlo, es recomendable iniciar el recorrido en los Jardines del Mercado, la plaza Mayor del municipio que se erige como una de las joyas arquitectónicas obra del arquitecto Luis Ferreres. Antes de partir, no debe perderse la oportunidad de descubrir en sus bajos uno de los pocos refugios musealizados de la Guerra Civil, un enclave a prueba de bombas dotado de dos galerías. En ellas se repasa la cruda contienda y la construcción del propio Mercado.

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