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Historia

EL patrimonio histórico-artístico de Cullera

Cullera posee un rico y variado patrimonio histórico-artístico, fruto de las diferentes culturas que se han asentado en el muncipio y de las huellas materiales que han dejado en las diferentes etapas históricas. Así, Cullera cuenta con tres Bienes de Interés Cultural declarados, como son la Torre vigía del Marenyet, el Castillo de Cullera y las Torres de la Segunda Albacara. Además, posee un abrigo de pinturas rupestres de época neolítica declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

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Historia de Cullera

La historia de Cullera está unida, sin duda, a su montaña, la “Muntanya de les Raboses”, la “Montaña del Oro, la montaña mágica…

Los primeros indicios de poblamiento con restos del Paleolítico Superior se hallaron en la Cueva del Volcán del Faro. En la vertiente opuesta se encuentra el “Abric Lambert “, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, lugar rupestre en el que las poblaciones del Eneolítico dejaron muestras patentes de su arte: el Arte Esquemático. Junto al mencionado abrigo, el poblado de la Edad del Bronce de “Les Oliveretes” nos habla de los primeros asentamientos humanos al aire libre con una determinada organización social.

En pleno casco antiguo, concretamente en el Barrio de la Rápita se han hallado vestigios que van desde época romano-republicana hasta la época tardorromana.

Precisamente de esta época data una factoría de salazones que se sitúa en la calle Agustín Olivert y que formaba parte de un conjunto de infraestructuras portuarias. Este hallazgo pone de manifiesto la importancia que alcanzó el Portum Sucrone durante este periodo de la antigüedad tardía.

Será durante el período de dominación islámica cuando en Qulayra, llamada así por los árabes, desarrolle una estructura urbana a los pies del castillo. Los árabes construyeron el Castillo, con sus torres, murallas y albacara. Extendieron el poblamiento por la vertiente Sur de la montaña rodeándolo y protegiéndolo con una muralla que discurre por debajo de la calle del Mar. Testimonio de ello es el Barri del Pou, que con sus callejuelas estrechas y empinadas, nos recuerda la configuración de las medinas islámicas. Pero lo que llevó al Rey Jaime I a conquistar Hisn Qulayra fue su posición estratégica. El control de las mercancías que se transportaban por el río Júcar hasta su desembocadura en Qulayra, fue determinante para su conquista en el año 1239.

Tras la conquista cristiana se creó “ex- novo” el Barri de la Vila. Este barrio fue ampliándose durante los siglos XIV y XV, a medida que la ciudad crecía en importancia gracias, en buena parte, a su tradición comercial, agrícola y marinera. En el siglo XVI, Cullera será testimonio de cruentos episodios con los ataques de los temidos piratas berberiscos. Al igual que muchas otras poblaciones costeras, desarrollará toda una arquitectura militar basada en la defensa y el control de la franja litoral: se crea un cinturón de torres costeras, como la del “Marenyet”, se fortifica el Castillo con baluartes y revellines y, como no, se amuralla la Vila para la protección de sus pobladores.

Durante los siglos XVII y XVIII Cullera vivirá un período de esplendor asociado, de nuevo, a su actividad agrícola. Será ahora cuando se levantan los templos de la Sangre y de los Santos Juanes, la Casa de la Enseñanza, la Casa Consistorial y un gran número de ermitas y casas solariegas de indudable interés artístico. En los siglos XIX y XX, con la expansión del cultivo del arroz, Cullera crece paulatinamente y levanta edificios e infraestructuras características de gran interés, como por ejemplo el Santuario de la Mare de Déu del Castell, el Puente de Hierro, el Mercado Municipal, el Faro, el Ateneo Marítimo o Casa del Pueblo y muchas otras construcciones de carácter privado que han marcado la fisonomía de la ciudad.

Un paseo por casco antiguo no le dejará indiferente, ya que cuenta con más de 100 inmuebles catalogados y protegidos por su valor arquitectónico, destacando la Casa de la Enseñanza y la Casa Consistorial -obras del insigne arquitecto Vicente Gascó- ambas de finales del siglo XVIII, o la Casa de Palomes y el Mercado Municipal de principios del siglo XX.

Pero si nos damos una vuelta por su termino municipal, lo encontraremos jalonado de ermitas -muchas de ellas visitables- como la Ermita dels Sants de la Pedra -sede del Museo del Arroz- en pleno parque natural de la Albufera, la Ermita de la Font Santa, la Ermita rupestre de Santa Marta o la Ermita de San Vicente en la pedanía del Brosquil.

Una variedad de recursos patrimoniales que hacen de Cullera un destino perfeceto para los amantes de la historia y la Arqueología, ya que también cuenta con un Museo Municipal ubicado en el interior del Castillo donde se exponen piezas arqueológicas de todas las épocas.

interior de la Torre del Marenyet de Cullera
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